Reencuentro del Sábado

Si tuviera que resumir en una sola palabra el reencuentro con todos mis compañeros de BUP y COU diría emoción, pero debo ser más amplia en explicaciones y todo estuvo cargado de sorpresas, risas y llantos. Llegué un poco tarde porque llegaba de fuera, todos me esperaban dentro del colegio, me abracé a todos y cada uno de ellos, repitiendo sus nombres, no me olvidé de ninguno, y eso es difícil porque habían pasado 24 años sin ver a ninguno, recibí cada uno de sus abrazos como el que recibe una medicina necesaria y así sentí como recuperaba un tiempo del que guardo tantos y tan buenos momentos, mi adolescencia. Todos éramos mayores, todos teníamos una vida desconocida para el resto, nos reunimos en la biblioteca y nos sentamos en nuestras sillas de clase (qué emoción), cada uno fue presentándose y hablaba de su vida profesional y personal, fue maravilloso como de repente estaba sentada frente a brillantes matemáticos, ingenieros de minas, químicos, periodistas, profesores, estadistas, diseñadores gráficos... hasta un play boy internacional (este tenía mucha gracia porque era soltero, jajajjaaj). La directora del centro, religiosa (como no) estaba conmocionada porque de algunos llegó a decir que no se lo esperaba, pero que le alegraba sobremanera que ella tuviese que ver un poco en cada una de nuestras vidas. Todso coincidimos en que en esos años nadie entendía de enseñanzas, pero el poso de los años vividos era el resultado de vidas plenas, aunque me emocionó especialmente uno de ellos, compañero desde parvulitos, que dijo que no era absolutamente feliz ni absolutamente desgraciado, era un hombre con una vida, la SUYA, y para él eso era imprescindible.

Hablamos de años pasados, años presentes, hijos, matrimonios, proyectos y futuros encuentros, porque de lo que no cabía duda era que ese era el primer encuentro de más, todos fuimos muy realistas y nadie habló de comer juntos todos los días, pero que sabíamos de nuestro paradero y que teníamos ganas de repetir... de eso nadie dudaba nada.

Comimos en un restaurante cercano, la directora se marchó a media tarde y allí empezó la fiesta, juerga, despendole... total. Copas y más copas (juro que yo sólo una porque era tan feliz que no quería que el alcohol empañara ni un solo segundo), algunos se pasaron de copas y las risas eran más fuertes, después de cerrar el restaurante para nosotros nos fuimos por Chueca y Barceló para terminar la super fiesta ochentera. Yo me marché a las 8, aún tenía horas de viaje hasta casa, mi familia, que había estado haciendo turismo por Madrid, me recogió en nuestro punto de encuentro y el viaje a casa fue de risas y lágrimas contando todo lo vivido ese día.

Sabía lo bien que me vendría ese día, pero no imaginé jamás que me hiciese tan feliz como lo ha hecho, alguna confidencia si que tuve con alguna compañera y fue hermoso como con algunas palabras puedes llegar a sentirte tan arropada.

No cuelgo fotos, entenderéis que no tengo permiso para colgar fotos de algunos, así que solo imaginadlo, aunque algunos a través de San Facebook ya las han visto.

La pelota de mi cabeza sigue, pero quizá ya sepa como empezar a notar que se disipa.